20111230

Resumen.

Ordable sería simplemente ignorar las incomodidades como cual se ignora una uña enterrada.
Duele, sangra y hasta llega a tener un hedor penetrante; cual infección, pues. Pero al cabo del tiempo hasta es de un dolor súbito el dar un paso y alguien tiene que ceder. Por cualquiera que sean las razones, la analogía me queda como anillo al dedo; como algo que hasta el estar escuchando canciones me lo repite como si supieran de qué madera hago mi altar.
No daré respuestas a quien no lo necesite puesto que haré mi vida de la manera en la cual se me haga coherente. Incluso, me daré el lujo de guardarme explicaciones.
Sé que es cercana la llegada y la salida de gente en mi vida, quienes no tengo más que decirles que les extrañaré como caricatura en tiempos de infancia.
Sé, de nueva cuenta, aunque sea en un ardid temperamental, el hecho de comenzar una nueva relación con alguien que me deje cumplir mis caprichos y que me deje ser caprichoso hasta de sobremanera. No correré esta vez, puesto que no me iré de bruces tan fácilmente; he aprendido bien y recio. No entregaré al completo hasta que tenga suelo firme, cosa que sé que es lo más difícil, pero por algo se empieza.


Mi relación, será justamente lo que he necesitado, con quién yo sé que mis eventos, mis ocurrencias e incluso mis tropiezos, serán de lo más necesario y preciso.
No buscaré en nadie lo que no soy; no soy alguien que se pueda tomar en serio y con ese certificado, le sacaré jugo a la partida.


Sudo la gota gorda por que esta persona se merece hasta el mínimo detalle de cuidado; se merece incluso el gasto más extraordinario de tiempo, de dinero y hasta de consentimiento.


En resumen, mi relación conmigo mismo, será la mejor relación que habré tenido en toda mi vida.
No hay nadie más que yo, que me dé la libertad de gozar mi vida en cada momento, mi mejor aliado y mi estimado compañero. No necesito a nadie para poder hacerme feliz.
Aunque suene a basura de autosuperación, invitaré a quién pendejamente se mofe de ésto, puesto que nadie me podrá negar, que portándose novio con uno mismo, se sacan las satisfacciones más egoístas y sin reclamos. Desde comprarme un helado para mí sólo, hasta irme a los eventos que renuncie sin ningún reproche.


Y como bien sé que yo mismo doy el permiso y el poder de hacer el daño del universo, sé con qué pie cojeo y de qué lado masco.



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