20120720

Insomne.

Resuenan leves gotas. No es lluvia; no es el lavabo; no es un grifo suelto y no es un alma en silente llanto.


Tardan las horas, aunque bien pensadas, se miran lentas. Pasan las horas y nos muestran su mirada más cruenta. Fijado el reloj, en números de ocasiones transcurridas, pasa de nuevo, lento y ágil. Lento y transcurre por la misma escena del uno, del dos y del tres.
Pasa y nada cambia. Primero, acongojante el sonido del "tac". El "tic", es un mísero recuerdo de una batalla fraguada entre las cobijas, que sólo la almohada fiel testigo es.
El sonido del goteo prevalece, aunque los oídos, se hagan sólidos, que fieles guardias al silencio, intenten  oscluir.
Privado de calma, los ojos me traicionan. Huyen del cobijo de los párpados cuando estos lloran. Sucumbe el frío, aunque sean expensivas, las cobijas que recubren. La saliva es seca, es hiel y es sal. No hay palabras, no hay sueño.


*


¿Quién soy yo, para perderle el sueño, a alguien que recientemente echo a dormir? Apearle con susurros, de  un lapso tierno, el sueño sucumbir. ¿Quién soy yo, para aferrarme a querer, soñar lo mismo cada vez? Si el insomne soy yo, ¿qué culpa tiene aquél, que si a podido al sueño coincidir?
¿Quién soy yo, para despedazar a la que en su probo sueño, cálida deja caer una sonrisa en los brazos de otro aquél? Que el aquél, en sus sueños restaña en los brazos a lo que en mi vista, no deja de sostener.
Transportar el peso del cuerpo hasta otras visiones, que me observan libre de presiones y colmado de risas. Que en esos sueños me albergo de la alegría de verme simple. De verme sincero, claro y cristalino, Ligero como la brisa y denso como un atardecer. Como las flamas que adornan a éste, con faldas en las brumas del poniente oscurecer.
Pero yo no sueño. No sueño por obstrucción a mi ser. No sueño por privar, de todo a mi extinto adormecer.


*


Agripnia, que no me deja retozar en los brazos elevados, en el desate onírico y en la frustrada muerte del anochecer. Los ojos, deberé ocultar al hablarle al fiel. Aquél que me mire y sepa de mi probidad al simplemente sufrir al anochecer. Que mi cansancio es verdadero, y mi cansancio no me deja fenecer.
Lo he intentado, pero ni un grato arrullo mis ojos me han hecho obedecer. Que el silencio de la noche, es un ruido a mi quebradizo dormecer. Que mis ojos, rasgados del silente y duro anochecer, al que miro en su total y pesado transcurrir y su frío tejer.
Mis ojeras, son heridas, que no podré ocultar, puesto que aunque el fiel las vea, no les hace apreciar. Para el fiel, la quejumbre de los brazos resentidos, es lo único que hay en su entender.


*


Triste sigo así. Triste pido que descanses. Triste me voy al fin, levantando mi cuerpo, de esta cama donde nadie, me ha dejado al fin dormir. En una cama donde estoy sólo, cuando pedí, poderla compartir.

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