20110908

Satírica.

Una de las peores cosas que me ha mostrado el ser humano, es que jamás cambia.
Repito lo que mucha gente con eufemias lo disimula: para ser feliz, hay que ser egoísta, pero hay egoístas, que jamás logran ser felices.
¿Cual es la resultante entonces? No todos; por más que lo disimulen, por más que busquen una manera diferente para obtener siempre el criterio de razón, solamente hacen acto de precencia en la satírica forma de comprenderse el uno al otro.
¿A qué va todo esto? No hay, por más que uno urgue, una verdadera felicidad en el autocomplacimiento ni en las complacencias de los demás. Siempre habrá un estímulo diferente en cada una de las experiencias ajenas, pero in situm de las propias, no hay éste estímulo de laya personal.

Perrault, buscó en una de las formas más amonestadas, explicar el por qué del amor. Mientras la bestia necesitaba, sentirse amado y querido, aunque no podía dejar su precaria primitividad, excluyendo su apariencia física. Inclusive, en una tangente de superficialidad, plañe en tener a su lado, por toda la vida, a la niña - pues no especifíca su desarrollo como mujer - más linda del pueblo. Mientras que esta subsana personaje, colma de los aciertos que merece todo ser humano, reluctando lo que la demás gente le llegase a opinar. Importándole muy poco - o al menos, eso aparenta - lo que la demás gente le dice de las conveniencias de tenerlo a él como pareja. En una vorágine de incomprensiones, un lebrón, con aspectos físicos mejorados, pero con la símil actitud egoísta, busca complacer a Bella; intentando incluso secuestrar. Verán, la paradoja inicia, cuando se sabe que la Bestia, aún convirtiéndose en el humano más bello, no podrá languidecer su insesante cambio de personalidad por el menudo insistir de obtener el poder.
Hasta a muerte, el final del segundo en cuentas, siendo un personaje de sembalnte ordinario, también aparenta ser menudo bonachón; siendo capaz de ser fratricida. Perrault continúa: la única que creyendo, por no obtener las atenciones suficientes en una relación normal, si no en una lucha de poderes, complace a la Bestia, para sentirse amada.

Como jorguín de las exigencias, nos imponen la moraleja bien hábida: no hay discernimiento de propiedad, cuando una relación incluye a más de dos personas; los que opinan, los que ven y los que sienten. Ofuscamos a la razón, si jugamos a ser todos en un mismo tiempo.


What Perrault Never Wrote (Fragmentos de Satírica).

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