Necesidad.

Las condiciones humanas de la vida, las que me
garantizaron: el derecho a sentir humanamente,
el derecho a la incertidumbre, al temor, al (cuán humano es)
odio (hacia enemigos, claro, cuidadosamente
escogidos para mí, para que no tenga que molestarme);
el derecho a la humana (no es ninguna vergüenza)
fisiología: a sudar (en el trabajo), a llorar
(contra la almohada), a sangrar incluso
(an el banco de sangre); no sólo es mi derecho
sino que es mi deber exhibir todas
las flaquezas humanas: nadie me obliga, por ejemplo,
a ser un héroe, esto es: a decir la verdad,
a no ser un chivato, a abstenerme de la muy humana
necesidad de golpear a un hombre caído; nada
de lo humano me es ajeno, y además
nada de lo ajeno es humano para mí, vivimos
aquí, en nuestro círculo, no necesitamos
a los de fuera, somos todos buenos camaradas,
chicos normales y corrientes,
sólo gente.


Miro,fijo que las necesidades humanas son atizamientos que, a la medida que, incrementa la adepción de saciar, nos va dejando un hueco.Nos torna a lo que posiblemente, no nos veamos capaces de ser (hacer).

¿Quién plañe en pedir de menos, cuando en verdad, osa en pedir de más? ¿Quién controla en su ser, un real hábito de limitar la saciedad?

Hay un plazo para cada una de las simulativas al golondro;mientras más adentro está la necesidad de saciarlo todo; de obtener lo que uno quiere sin escrúpulos y aventajadamente; de pedir incluso el control del epigrame ajeno. Y ése plazo se esclarece a medida de que uno renuncia a lo que más se aferra: a tener la razón.

No es en sí perder la razón, si no dejar de razonar.